miércoles, 9 de septiembre de 2009

Evaluación en Educación Física

Hagan un esfuerzo por recordar los tochos que han tenido que memorizar para exámenes que en breves horas olvidarían (y lo mal que lo han pasado). ¿Incoherente? ¿Quién como profesor/a no ha puesto un examen? ¿Tal vez para mejorar el estatus de nuestra área?
Desde visiones positivistas, compañeras/os realizan exámenes tipo test para ofrecer objetividad. ¿Pero quién selecciona las preguntas? ¿Quién decide qué es lo más importante? ¿Quién da valor sobre 10? Otras personas intentan resolver bajo las más inverosímiles formulaciones matemáticas las calificaciones: 60% procedimental, 30% actitudinal y 10% conceptual; los clásicos "tontos por cientos". Cómo si lo hiciera más justo. ¿Confundida/o?
En Educación Física se suma la orientación hacia el rendimiento físico amparado incluso desde las Universidades con las antiguas pruebas de acceso a los INEF, o en la educación obligatoria con los test físicos (ej. baterías EUROFIT).
Desde la época industrial la evaluación se limitaba a la comprobación de la consecución de los objetivos: Sí/No. Hoy en día la escuela acepta o desecha también los "tornillos" que están bien o no: "tontos-listos", "vale o no vale"... Vivimos en una escuela de masas, como en la revolución industrial, donde por ejemplo un profesor/a de EF puede tener más de 300 alumnas/os. Si me cuesta memorizar todos los nombres varios meses, cómo valorarlos de manera individualizada. No obstante, aunque la ratio es un factor importante, algo se puede hacer.
A mitad del siglo XX se da un movimiento crítico donde la evaluación comienza a adquirir concepciones como: criterial, formativa, de proceso, cualitativa, reguladora para la toma de decisiones...
Sería fundamental diferenciar evaluación de la calificación. Aunque esto nos llevaría a un debate mayor, podemos resumirlo en que la evaluación debe tener una intención educativa, mientras que la calificación es una obligación de la Administración inventada por los intereses políticos para mantener el "statu quo". Además, no tiene valor pedagógico.

López Pastor, Mojas Aguado y Pérez Brunicardi (2003) diferencia dos claras racionalidades (modelos de pensamientos que condicionan la forma de entender) en la educación en general y, en particular, en la evaluación: técnica y práctica. De manera sintetizada lo aclararemos con las siguientes reflexiones:
¿Para quién evaluar?
Según la racionalización técnica, las "expertas" toman las principales decisiones dejando la evaluación al servicio del poder; mientras que en la práctica se busca la máxima participación del alumnado en la toma de decisiones.
¿Por qué evaluar?
Desde la racionalización técnica se traslada la reproducción social, cultural, ideológica, política y económica, donde al alumnado se le clasifica, jerarquiza y selecciona. La evaluación es un sistema de sanción, control y poder para el profesorado.
En el pensamiento práctico se busca la coherencia educativa con el análisis desde la reflexión y diálogo entre iguales, propiciando la comprensión y ayuda solidaria como motor de cambio y mejora hacia valores de autonomía, responsabilidad y civismo democrático.
¿Para qué evaluar?
En la racionalidad técnica se intenta conocer el rendimiento del alumnado, informarle de su progreso, calificar, clasificar e incentivar, pronosticando sus posibilidades. Desde la práctica, se pretende diagnosticar para partir desde las posibilidades del alumnado; como instrumento de aprendizaje y regulación en la toma de decisiones; así como investigar en la eficiencia del proceso de enseñanza-aprendizaje.


Apostamos por una evaluación educativa (formativa) que tenga en cuenta a la mayoría de los agentes educativos (alumnado, profesorado, familiares, claustro, entorno cercano...), con propuestas como la evaluación recíproca entre iguales, la compartida entre el profesorado y el alumnado, con la finalidad de llegar a la autoevaluación (Fernández Balboa, 2005), utilizando una gran diversidad de instrumentos: diarios, cuestionarios con rúbricas, fotografías, entrevistas...

Con esta entrada hemos querido mostrar la tradicional racionalidad tecnocrática en Educación Física, ejemplificada en este caso con la evaluación, denunciando la contribución a “una realidad socialmente construida en la que determinadas ideologías, discursos y prácticas opresivas y antidemocráticas se reproducen y legitiman sin apenas crítica o consciencia” (Muros, 2006:34), aportando alternativas para una Educación Física más digna y democrática.

2 comentarios:

  1. Cada curso q comienzo pienso en cómo poder llevar una evaluación más real del todo del proceso de aprendizaje de mis alumnos, me encuentro con una batería de criterios de evaluación que dificilmente puedo comporbar uno a uno con mis alumnos, pues de las 6/8 sesiones de cada unidad, pasaría más de la mitad evaluando los objetivos. Me cuesta encontrar el lugar y la hora para dejar a los 30 alumnos restantes y ver como ejecuta mi alumno el saque de mano baja, con lo que acabo con las formulas que comentas primando la actitud, faltas de asistencia/ropa o higiene y la consecución de los objetivos más fáciles de evaluar. Sinceramente, no veo la luz al túnel de la evaluación en la Ed. Física, y tu artículo tampoco me aporta soluciones reales. 1 Saludo y enhorabuena por tu Blog. Eduardo Galindo.

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  2. Uno de los principales problemas es ver la programación como un trabajoso trámite burocrático que a veces se intenta salvar con el de una editorial. Otras lo realizan el propio departamento pero no lo valoran ni mejoran.
    Recientemente he visto unidades con ¡12 objetivos!, más propios de objetivos operativos, totalmente conductuales, en vez de didácticos. Pero para más inri, los doce objetivos se concretaban en 3 criterios de evaluación, cuando los criterios deben ser la concreción de los objetivos. Vamos, el mundo al revés.
    Otro problema es entender la evaluación como algo complementario o ajeno al proceso de aprendizaje (como si no tuviéramos ya suficientes problemas), pues hay actividades donde se puede valorar al alumnado, o mejor todavía, el alumnado puede valorarse.
    Qué te parece sustituir exámenes por fichas donde el alumnado reflexione y valore su aprendizaje, test físicos que valoran el rendimiento por diarios sobre la práctica donde valore el proceso y las experiencias satisfactorias, exámenes mediante circuitos de habilidad por actividades de enseñanza recíproca donde se estimula un aprendizaje dialógico...
    Un saludo y gracias por tu comentario.

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